martes, 6 de mayo de 2014

COMPROMISO CUMPLIDO


En diciembre del año 2010 desde las ruinas del municipio de Gramalote (Norte de Santander) aun fumantes por el vapor de sus entrañas y húmedas por las interminables lágrimas de sus habitantes, el mismo Juan Manuel Santos de la mejor manera presagio lo que su gobierno procuraba para el país:

“Vamos a escoger a Gramalote como un ejemplo de lo que vamos a hacer con este país…”

Recorrer hoy el casco urbano de ese devastado municipio, casi cuatro años después de la tragedia, para los que tuvimos la fortuna de conocerlo con anterioridad, evidencia que esta promesa, es tal vez, la única de las que el gobierno cumplió a cabalidad durante este nefasto mandato.

Transitar por aquel municipio cafetero nos permite observar la desesperanza e incredulidad en sus habitantes; la tristeza de los vecinos que se niegan a abandonar su terruño hacinados en albergues cuya temporalidad se diluyo con el pasar de los días; las ruinas opacadas por la naturaleza que se abre paso por los caminos del abandono; todo ante la mirada atónita de una administración embelesada por la mermelada corruptora del presupuesto público disfrazada de inversión. Estos simples ejemplos nos permiten asegurarle un parte de victoria al vanidoso ejecutivo, pues no en vano esos mismos sentimientos que emergen a flor de piel en los gramaloteros, son el común denominador en el grueso de la población colombiana.

No en vano la desilusión y desconfianza en la institución de la presidencia de la república, entregada al garete de la coyuntura diaria que vociferan los amarillistas medios de comunicación, manifestando claramente la carencia de planeación en sus políticas y su excluyente intención electoral; un legislativo cada vez más distante de los intereses de sus votantes, enceguecidos por la mermelada putrefacta de palacio; y una rama judicial cochina y permeada en su totalidad por la ambición y politiquería del sanedrín presidencial; dan como resultado concluir que el gobierno si le cumplió a Gramalote, porque sus escombros abandonados son la más fiel evidencia de lo que es hoy el país, dirigido por la incompetencia e ineptitud de una administración pública petulante, individualista y narcisista. 

 “Gramalotizar” el país, era la única promesa que Juan Manuel Santos no debía cumplir, sin embargo y contra todo pronóstico lo hizo, nos entregara un país en ruinas, polarizado, sin esperanzas y humillado, en el cual cada vez más, como en aquel municipio, la anarquía matricula más adeptos ante su complacencia irresponsable.   

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