viernes, 11 de abril de 2014

MÁS PAPISTAS QUE EL PAPA


Multitudinarias reacciones ha suscitado un no muy afortunado escrito por estos días en las redes sociales titulado “el cucuteño promedio”, razón que me llevo a releer un par de veces la posición de la autora con el fin de tomar partido en la mencionada disquisición.
Inicie por buscar como definía la Real Academia Española de la lengua la palabra promedio, respecto de lo cual encontré que la entendía como el Punto en que algo se divide por mitad o casi por la mitad”, es decir, el título del mencionado escrito está haciendo referencia no a toda la población de la ciudad sino a una porción importante de la misma; punto de partida trascendental toda vez que las fronteras de la ciudad no precisamente se erigen en la Rivera, Caobos, Barrio Blanco o en el club Tennis.
San José de Cúcuta, es una ciudad compuesta por 10 comunas y 9 corregimientos  rurales, con algo más de 600 barrios, sin contar los asentamientos ilegales, que nacen permanentemente ante la complacencia ineficiente de las administraciones de turno, donde pulula el gran porcentaje del deshonroso 72% de informalidad y el 18% aproximado de desempleo; lugares que dicho sea de paso, ni siquiera creemos que existen. Esto me lleva a arribar a una primera conclusión con relación al artículo, y es que sus más acérrimos contradictores provenimos de un sector privilegiado y excepcional de la ciudad, que por múltiples situaciones no hacemos parte de esos nefastos porcentajes referenciados, realidades que obligatoriamente nos conllevan a ser excluidos de tajo del promedio de la población de Cúcuta.
Rasgarse las vestiduras por la referencia directa a los “comerciantes” de la ciudad; o por la familia en chevette o Runner que todos los domingos va de paseo al rio Zulia;  o por no saber los nombres de los parques; o por decir que se detiene cualquier actividad que se esté haciendo por explicar una dirección a un desorientado; o por brindar cuando tiene plata, así se quede limpio; o por sentirse millonario en Venezuela al cambiar unos pocos pesos al insignificante bolívar; es egoísta, cortoplacista y miope de nuestra parte, ya que la crítica no debe ser para una ciudadana cuya frustración por lo que está afrontando la ciudad es evidente, sino para nosotros mismos, la porción privilegiada de la ciudad, la cual en gran porcentaje es la culpable de la situación actual. Reitero lo que exprese hace un par de días, esta ciudad esta acéfala de profesionales y dirigentes competentes, la fuga de cerebros es el común denominador, consecuencia en gran parte de los paupérrimos salarios en la empresa privada, que dejan como única salida el sector público, el mismo que maneja los destinos de la ciudad y al cual se arriba no precisamente por los méritos y la preparación.
¡¡¡Dejemos la doble moral, dejemos de ser más papistas que el papa¡¡¡ ocupémonos de los problemas estructurales de la ciudad, los cuales no serán solucionados a través de Facebook, instagram o twitter, medios en los cuales expresamos lo orgullosos que nos sentimos de ser cucuteños, únicamente a través de un “me gusta”, una foto retocada o una frase filosófica; participemos activamente en los asuntos de la ciudad, realicemos control a las inversiones y obras mediante veedurías, castiguemos socialmente a los corruptos y ladrones de cuello blanco que se pavonean cada fin de semana como “doctores” con su séquito de aduladores, extirpemos el egoísmo e individualismo cancerígeno de ver nuestros bolsillos atiborrados de recursos, sin importar a quien pisoteo o perjudico, construyamos al mejor estilo paisa una “logia” de coterráneos en las empresas o instituciones donde trabajemos, en suma, ayudémonos y ayudemos, no con palabras sino con hechos, al desarrollo socioeconómico de nuestra patria chica.
Convirtámonos de esta forma realmente en el cucuteño promedio, en la regla y no la excepción de la sociedad, y que los debates que se susciten en el futuro, no sea el de la crucifixión o no de una ciudadana cuya frustración para con la ciudad se evidencia a flor de piel.  


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