viernes, 25 de abril de 2014

¿Y DÓNDE ESTÁ EL ABOGADO?


Risible, indignante y avergonzaste resulta en mi condición de abogado la majestuosa actuación jurídica de nuestro ególatra y depilado presidente, a propósito del anuncio de la impugnación del fallo de tutela que le ordeno dejar sin efectos el decreto de destitución del Hugo Chávez criollo, el “demócrata” Gustavo Petro.

En primer lugar, quisiera iniciar por releer y restudiar la definición de impugnación, y recuerdo que en los helados recintos del Externado, enquistado en las montañas capitalinas, nos enseñaban que la misma hace referencia a la intención de combatir, contradecir o refutar una decisión judicial que el impugnante no comparte, con la intención de que la misma sea revisada por el superior jerárquico del que la emite y de esta forma pretender que se modifique, confirme o revoque, ¡¡¡antes de cumplirla¡¡¡.

Así las cosas, no le veo el menor asomo de coherencia jurídica al anuncio del gobierno de impugnar lo que dócilmente ya cumplió. Por el contrario, el desbarajuste que se avecina por esta irresponsabilidad es de protuberantes dimensiones, pues fácilmente en un par de días, y como es costumbre, veremos a nuestro narciso presidente con el rabo entre las piernas reculando, bajo el argumento de ser un estadista arraigado a las disposiciones legales y judiciales, y nuevamente Petro, su sequito socialista y su mascota Bacata a la plaza de central de la cada vez más caótica capital colombiana.

Por otro lado, no quisiera dejar de lado la inconsistencia que tampoco percataron los eruditos juristas de palacio, consistente en que los fallos de tutela NO pueden dejar sin efectos actos administrativos, competencia que descansa exclusivamente en la máxima corte de lo contencioso administrativo (Consejo de Estado); lo que sí puede un juez de tutela es ordenar la inaplicación de las ordenes contenidas en el mismo, orden que si está dentro de su resorte competencial, pero que para este caso brillo por su ausencia.
Los abogados de palacio deberían despreocuparse por el descenso vertiginoso de su jefe en las encuestas o por permear aún más con mermelada la sucia política nacional, y dedicarse a estudiar antes de autorizar las nefastas intervenciones Juanma y no ridiculizar más nuestra ya desprestigiada profesión.


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